Hoy me he montado en el taxi más limpio de Madrid… tanto era así que se lo he tenido que decir al conductor: "Tiene Ud. el taxi más limpio que he visto en mi vida, de hecho Ud. mismo va impoluto"
No podía ser más cierto, el conductor, un hombre de unos 55 largos, grandote y corpulento llevaba el pelo peinado a raya, estilo clásico, como los hombres de Mad Men, un jersey gris fino que dejaba ver una camisa blanca relucientes de cuello bien planchado: iba vestido para trabajar, pero hecho un pincel.
Ver ese taxi tan limpio y ese conductor tan bien arreglado me han llenado el alma de alegría y así es como hemos empezado una de esas agradables charlas que sólo tienen lugar en los taxis (mi padre siempre dice que es mucho más barato un taxista que un psicólogo)
En los apenas 30 minutos que me llevan de Vaguada a Arturo Soria hemos tenido tiempo para hablar de un montón de cosas: Me ha contado que su taxi -que parecía nuevo- tenía ya 5 años y 300.000 kilómetros y también me ha dicho que él nunca come en un bar que no conoce sin pasarse antes por los baños: «así como de limpios los tengan, tendrán luego la cocina…»
Me gustaría que en la tele hablarán más a menudo de personas como mi conductor taxi, de empresarios, de trabajadores y gente de bien que se esfuerza por hacer un buen trabajo y que consiguen hacer de la vida algo mejor… porque creo firmemente que los cambios grandes son las suma de pequeños, repetidos, virtuosos y constantes esfuerzos, día tras día.