No te encabrones, no sirve de nada…

Lo importante no son las cosas que te pasan o dejan de pasar, sino la manera en la que tú las interpretas, afrontas y te sobrepones a ellas.

A eso las nueve y media de la noche, con cuatro cosas improrrogables por hacer antes de poder irme de la oficina y después de un lunes de esos para olvidar, en los que se te junta todo, incluida la semana que entra con la pasada, porque nos había tocado trabajar el fin de semana… Ahí estaba yo, realmente jodido y encabronao, intentando decirdir de mis cuatro cosas cuál hacer antes y autolamentándome por lo injusto que era todo: en resumen tenía trabajo atascado por adelantar trabajo, porque si al menos hubiera sido porque me había pegado una juerga de tres pares de narices…

En fin, que todo muy triste y muy gris, hasta que de repente, me asaltó un pensamiento: joder, autocompadenciéndome lo único que estoy consiguiendo es estar peor, porque no sólo tengo que seguir trabajando para sacar esto adelante sino que además lo tengo que hacer cada vez más encabronado.

No sé si os parecerá un racionamiento estúpido, pero a mi me hizo cambiar el chip al instante, en ese momento «desterré a la víctima» y pasé de sentirme un looser, a estar de mejor humor y mucho más animado, me invadió una sensación de no vais a poder conmigo, ¿quiénes? realmente nadie, puede que incluso yo mismo, o concretamente la parte de mi que cuando estoy especialmente cansado intenta amargarme aun más el día.


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