Este fin de semana hicimos un viaje relámpago a Ginebra, nos fuimos el viernes por la tarde y volvimos 48 horas después, aquí algunos detalles curiosos…
Todo el mundo me había avisado que Ginebra era un sitio bastante caro, como se puede esperar de cualquier lugar donde hasta los relojes de pared son Rolex:
Cierto es que ninguna comida bajó de los 25 euros/persona, pero mi sensación fue que salvo por la comida tuvimos que pagar por pocas cosas ya que nada más aterrizar puedes obtener de un expendedor automático un ticket que te permite usar el transporte público gratis durante 80 minutos y ya en el hotel te dan otro ticket que con el que puedes disfrutar del transporte público dentro de Ginebra totalmente gratis durante toda tu estancia.
En el aeropuerto también había por supuesto WIFI gratis.
Asi que por Ginebra nos movimos sin pagar un franco y hasta nos cubría el trayecto hacia el CERN que está en el extraradio, por esa visita tampoco tuvimos que pagar nada (y valió exactamente lo que pagamos por ella. nota mental: si no quieres que la visita consista sólo en visionar unos videos que puedes ver perfectamente en tu propia casa pregunta por la visita larga que dura 4 horas).
En general parece que en Ginebra utilizan mucho el reclamo de lo gratuito para enganchar a los clientes, uno se siente agradecido por el que te regala algo y es como que luego te duele menos cuando te clavan después:
En mi breve estancia también me llamó la atención el sistema que tienen en los semáforos para los ciegos que me pareció mucho mejor que el que tenemos en Madrid: en lugar de que los semáforos emitan una molesta señal acústica cuando están en verde, todos ellos disponen de unos aparatitos a la altura de la mano que vibran y además tienen forma de flecha con lo que el invidente sabe en qué dirección puede caminar con seguridad.
Otra curiosidad es que en algunos restaurantes pides tu comida, la pagas y luego te avisan cuando ya está preparada para que la vayas a recoger, en un sitio donde estuvimos esto lo hacían con una pantalla electrónica donde iban pasando los números de los pedidos y en otro -más moderno aun- te daban un aparatito de plástico que parpadeaba cuando tu pizza estaba lista. Ahora que lo pienso esto tambien lo he visto en algunos establecimientos en Madrid, pero yo lo cuento de todas maneras como si fuera lo más nuevo del mundo mundial.
En definitiva un lugar curioso para visitar y pasar un fin de semana agradable, sobre todo si vas bien acompañado como fui yo.