Ahora para alquilar una casa primero tienes que evaluar su eficiencia energética, así el inquilino sabe si está correctamente aislada, si los electrodomésticos instalados gastan mucho… en definitiva, si ademas del precio del arrendamiento le va a costar un ojo de la cara vivir en esa casa.
Me pregunto si algún día las ofertas de trabajo vendrán con algún tipo de etiqueta energética similar, porque no es lo mismo trabajar sentado calentito en una mesa delante de un ordenador, que poniendo ladrillos en una obra en pleno invierno… el coste energético de un trabajo y otro es completamente distinto, lo que se traduce en más gasto calórico que debe reponerse posteriormente con mayor ingesta de alimentos con el consiguiente coste que ello supone para el trabajador.
Os preguntaréis… ¿y cómo se te ha ocurrido una tontería semejante? La respuesta corta es que yo soy así de `rarete´, la respuesta larga es que el título original de este post iba a ser otro, algo parecido a: «¡Enhorabuena! Trabajas todo el día delante del ordenador así que vas a ahorrarte un montón en comida (porque prácticamente no necesitas comer)»
Una exageración sensacionalista ya que todos sabemos que aunque no hagas prácticamente ninguna actividad consumes calorías simplemente por el hecho de mantener tu cuerpo con vida, desplazar tu peso, pensar, etc… es el llamado metabolismo basal y en Internet puedes encontrar calculadoras que estiman esa cifra en base a tu peso, altura, edad y porcentaje de grasa corporal… Aun así era un título útil para intentar transmitir la idea entorno a la cual gira este artículo: sin saberlo comemos más cantidad de comida de la que necesitamos con acuerdo a nuestra actividad diaria, tal vez si los puestos llegaran con una etiqueta energética seríamos más conscientes de ello.
Os hablaré más sobre este tema en cuanto termine el experimento que empecé en Septiembre de 2013.