Me comentaba un amigo hace unos días que si había pensado alguna vez en la posibilidad de que nuestras mujeres se enamoraran perdidamente de algún compañero en su trabajo, tanto como para iniciar una aventura que finalmente acabara con nuestro matrimonio.
A mi la verdad es que me interesa mucho entender las razones por las que algunos matrimonios –muchos en España con acuerdo a las estadísticas– terminan haciendo aguas, principalmente porque es algo que a mi no me gustaría que me pasara ya que quiero poder ver a mis hijos a diario y cuanto más mejor.
Ninguno de mis amigos más cercanos se ha separado, con lo que no tengo datos de primera mano, pero ya me empiezan a llegar historias indirectas de amigos de amigos, familiares de amigos, compañeros de trabajo… etc.
Cuando la gente habla desde el exterior de estos temas yo creo que se suelen quedar en la anécdota: «él le puso los cuernos», «ya no se soportaban», «ella se lio con un compañero de la oficina», «él se buscó una más joven»… Yo creo que eso es la punta del iceberg, lo importante es todo lo que precedió eso ¿cómo se pudo ir deteriorando tanto la relación para que eso ocurriera?
Dejemos a un lado los casos de hombres o mujeres que se casaron sin estar realmente enamorados, huidas hacia adelante, o infieles patológicos que ya ponían los cuernos antes, durante y los siguieron poniendo después… vayamos a la situación que yo entiendo que es la más habitual o al menos debería serlo: dos personas que se quieren, que deciden con ilusión casarse, tener hijos y formar una familia… ¿cómo se pasa de eso, a dos personas separadas y tirándose los trastos?
En mis escasos cuatro años de matrimonio ya he podido comprobar de primera mano que hay algunas cosas que tensan mucho la cuerda: volcarse totalmente en los hijos y olvidarse de que a la pareja también hay que dedicarle tiempo, la sensación de invisibilidad que uno tiene cuando desciende en la escala de prioridades de su pareja, las tensiones derivadas de la relación con la familia política, el desequilibrio en el reparto de la cargas familiares… en definitiva, un auténtico campo de minas.
Además se da la circunstancia de que en el trabajo, tanto hombres como mujeres, es como si «volviéramos a estar solteros». Con los niños en la guardería o en el colegio, de repente dispones para tí de un montón de horas de calidad, puedes incluso escaparte para tomar un café con un compañero o comer tranquilamente mientras que mantienes una de esas conversaciones que hace meses que no puedes tener con tu pareja…
Me puedo imaginar por tanto cómo se puede sentir una mujer invisible a la que la vuelve a mirar de nuevo un compañero de trabajo, que vuelve a tener conversaciones como las que tenía antes, que se vuelve a sentir deseada, escuchada, especial… y que luego regresa a casa, a la «dura realidad» y se encuentra con un marido que no está o con el que no tiene ni tiempo para hablar o con el que lleva discutiendo tantas semanas seguidas que ya no recuerda si estaban enfadados o si habían hecho las paces.
Como marido en lo único en lo que tengo algún tipo de control es en intentar que mi mujer sea feliz y que la pareja sea fuerte. Luego evidentemente puede llegar la vida y abofetearte en la cara, aun habiéndolo hecho todo «bien»… pero por lo menos que no sea porque yo no he hecho mis deberes.
Comentarios
7 respuestas a «Una aventura en el trabajo»
Me parece muy interesante porque yo llevo ahora 3 años casada, y en casi a la vez nos casamos la mayoría de mis amigas. Y ya tengo 2 de ellas que se divorcian (no separación, con papeles, abogados y demás). La verdad, me tiene impresionada de la duración tan corta, como tú dices, alguien que se casa con ganas, que tiene hijos (ambas los tienen) y que en tan poco tiempo todo eso se haya echado a perder…
Sí, es impactante. Aunque cuando un 60% de los matrimonios en España terminan así, da aun más que pensar….
Pues sí, la relación de pareja es un campo de minas o un barco con dos remos ( como dice la canción) y si los dos no reman por igual el barco se hunde. Y después de muchos años casi siempre hay uno que ha remado más y simplemente se cansa y prefiere la calma. Simplemente eso.
Yo entiendo que si uno rema más que otro… llegado un momento se canse.
Pero partiendo del supuesto de que los dos empezaron remando igual…
¿qué es lo que hace que uno decida dejar de remar?
Que los dos empiecen con la misma fuerza, vale, pero eso dura relativamente poco. En la mayoría de las relaciones (sin generalizar) casi siempre hay uno que pone más, en todos los sentidos. Hasta que eres consciente y decides que así no merece la pena seguir porque no tienes «vida», simplemente pasan los días. Y cuesta, vaya si cuesta!
¿»A mi la verdad es que me interesa mucho entender las razones por las que algunos matrimonios terminan haciendo aguas, principalmente porque es algo que a mi no me gustaría que me pasara ya que quiero poder ver a mis hijos a diario y cuanto más mejor»?(copia-pega)
Entiendo que quieres seguir casado con la madre de tus hijos precisamente por eso, por que es la madre de tus hijos? No has dicho, por ejemplo, porque no quiero perderla, porque la amo… nooooooo!!!!!!!! No te interesa que tu matrimonio se rompa porque quieres seguir viendo a tus hijos a diario!!!!!!!!
Te escribo esto porque veo que eres de los que reflexiona y creo que aquí hay para reflexionar.
Mmmmmmm, no me gustaría oírle decir eso a mi marido, sorry.
P.D.: Desde el cariño, me encantan tus textos 😉
jaja… me has pillado, la verdad es que queda feo.
gracias