Te convido a creerme cuando digo futuro

Ya te advertí que tenía pensado volver a escribir en mi blog sobre otros temas más allá de mi paternidad, mi vida en pareja y mis adorados pequeñajos… y hoy es un buen día (o mejor dicho noche) para empezar a hacerlo. Más aun a sabiendas de que nada es del todo real hasta que no escribo sobre ello en mi blog, así que si quiero que esto se materialice tengo que empezar a compartirlo ya mismo contigo.

El caso es que cuando el destino cierra una puerta… por algún otro lado se abre una ventana, y en este caso esa ventana se ha convertido en la posibilidad de alquilar un nuevo local de 75 metros muy cerca de donde ahora están nuestras actuales oficinas… y así finalmente poder emancipar físicamente toda mi linea de negocio relacionada con los desarrollos informáticos.

Con la reforma del local por delante llevo meses dándole vueltas a cual sería el ecosistema ideal para rendir al máximo en el trabajo (muy condicionado por las opiniones de mis héroes personales Joel Spolsky y Jeff Atwood al otro lado del Atlántico)… y es que si hay algo esencial que ansío encontrar en mi nuevo entorno de trabajo es el poder concentrarme sin distracciones innecesarias. 

Para mi trabajar en un sitio así sería el infierno por muy Facebook, Google o super silicon valley headquarters que sea…

Este tipo de espacios diáfanos se venden como que fomentan la colaboración y la comunicación entre los miembros del equipo… pero desde mi punto de vista simplemente se han puesto de moda porque permiten meter a más personas, en menos espacio y por menos dinero… y luego ya si eso dejamos que el personal se ponga unos cascos y se aísle si puede:

“The productivity benefits of teams working together have been used to sell the open plan office for decades. Yet, if you do these evaluations and actually talk to occupants of open plan offices, very few people think that they are productive spaces. You need places to concentrate.”

En nuestro trabajo (programación, desarrollo de software, soporte técnico…) las interrupciones son especialmente perniciosas. Incluso durante labores rutinarias de mantenimiento y soporte llevamos a cabo tareas delicadas en las que un click de ratón mal dado pueden hacernos meter la pata bien metida.

Y cuando estás programando ya ni te cuento, necesitas aun más concentración si cabe porque tus distracciones de hoy son los bugs de mañana. En el enlace anterior Joel explica con bastante claridad cómo es todo ese proceso previo por el que a veces tienes que pasar antes de finalmente entrar «in the zone»… ese estado místico en el que tecleas código como un auténtico maestro ninja y en una sentada te ventilas el trabajo de dos días… en ese momento mágico te puedo asegurar que lo último que quieres es distraer a un programador (y yo a veces también lo hago, entono el mea culpa).

La solución al problema es muy sencilla: un espacio privado con una puerta y si la puerta está cerrada por favor no pases, ni llames, ni mucho menos abras y metas la cabeza para preguntar «¿estás ocupado?».

Según mis cálculos llevo unos 17 años incorporado al mundo laboral y siempre he trabajado en un entorno repleto de interrupciones, las cuales muchas veces compensaba llegando a la oficina mucho antes que el resto, o quedándome hasta tarde o trabajando los fines de semana… ¡cuando no había gente! Pero ahora todo ese «tiempo extra» que tan gustosamente entregaba al trabajo debo invertirlo en mi familia, así que es primordial poder aprovechar al máximo el tiempo durante mi horario laboral.

Pero te confieso que tuve mis dudas… ¿y si no me adapto a toda esa «paz» en las nuevas oficinas? Así que aproveché que recientemente terminé de montarme mi super oficina en casa para hacer una prueba piloto y llevo ya casi un mes tele-trabajando…


… y pese a todos mis miedos iniciales ha sido estupendo, llevaba años sin rendir con tanta intensidad. De hecho he decidido que ya no vuelvo, me mudaré directamente al nuevo local en cuanto esté listo.

Lo cual nos lleva al meollo del asunto… ¡la reforma!

A modo de pequeña introducción te cuento que se trata de un local a puerta de calle en una zona residencial pero relativamente comercial, en la misma calle hay varias oficinas bancarias, restaurantes, cafeterías, un supermercado… Para que os orientéis en el plano se accedería al interior por abajo a la derecha entrando por un espacio muy grande hasta la fecha destinado a tienda, recepción y sala de espera… luego como podéis ver contaba con varios espacios no muy grandes adaptados a su antigua funcionalidad.

Después de darle muchas vueltas y a falta de pedirle su opinión a algún amigo experto a mi me gustaría que el local se quedara tal que así… con tres despachos, un baño y un pequeño almacén.

Como os comenté la calle estaría por la parte inferior del plano y por tanto el despacho más grande (en la esquina superior izquierda) es el menos luminoso aunque cuenta con una pequeña ventana que da al patio del edificio. Mi intención es que ese sea el mío, aunque me reservo el derecho a cambiar de opinión según avance la obra y vea como va quedando todo.

Con respecto al tema de la luz soy un poco particular, me encantan los espacios luminosos… pero es que la luz fuerte y trabajar con pantallas lo llevo muy mal. Mi despacho en mi «antigua oficina» siempre estaba en penumbra como se puede ver en esta foto…

Tenía fluorescentes en el techo pero nunca los encendía, sólo conectaba mi lamparilla, de hecho cuando vinieron a hacernos la revisión anual para los riesgos laborales me midieron con un fotómetro y salía que tenía un 35% de la luz aconsejada… pero bueno a mi me gusta así y sinceramente pienso que para mi trabajo es mejor.

El espacio al que más vueltas le estoy dando es la antigua recepción, ya que quiero que sea un espacio de esparcimiento donde poderse tomar un café tranquilamente (tal vez en un sofá), descansar un poco y poder tener reuniones informales con los clientes (que es como deberían ser todas las reuniones)… de todo menos instalar un futbolín, una mesa de ping pong o cualquier otra cosa ruidosa como hacen en algunos sitios super guays (ay del pobre diablo al que le toca la mesa o el despacho cerca de la improvisada cantina). Pero bueno por hoy es suficiente, ya os seguiré contando…

pd – creo que voy a tener la decencia de no compartir este post en la página de Facebook de este blog porque siendo sinceros de los 1450 seguidores que tengo, 1400 se apuntaron tras leer el post de superwoman y me temo que este tipo de entradas son un poco off-topic. Si estás leyendo esto por tanto probablemente es que estás suscrito por email al blog… y quedas avisado formalmente de que este es el primero de muchos posts sobre Mis Proyectos: valora tu mismo si esto te aburre soberanamente… estás a tiempo de pulsar el «unsubscribe» de más abajo. Tranquilo que yo no me enfado (salvo que seas mi mujer… quieta con el ratón que te veo!).


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Comentarios

4 respuestas a «Te convido a creerme cuando digo futuro»

  1. Hola Fernando, un enlace de Joel para añadir más ideas pero conociéndote lo tienes más que interiorizado 😉 http://www.joelonsoftware.com/articles/BionicOffice.html

    1. si, ese artículo es muy bueno, toda una inspiración 🙂

  2. María José

    Estoy de acuerdo con lo que dices sobre la concentración. Yo la necesito para trabajar, pero quizás los cerebros de los más jóvenes son diferentes y no digamos ya lo cerebros de mis nietos comparados con el mío, estoy segura que van al doble de velocidad.

    Creo que tu nueva oficina es un reto y una buena decisión.

    1. yo creo que los jóvenes también necesitan concentrarse… y para eso seria bueno que no estuvieran recibiendo notificaciones de WhatsApp cada dos por tres.