Mi mujer me ha convertido en un inútil

El otro día me di cuenta… y no fue nada agradable, pero es verdad y lo tengo que reconocer: ya soy prácticamente incapaz de conducir sin mi mujer de copiloto. Me he acostumbrado tanto a ir al volante y que ella me vaya diciendo por donde debo ir, que ya si no lo hace me pierdo a la primera de cambio… y la cosa no se queda sólo ahí.

En otras muchas facetas de mi vida me he vuelto un auténtico inútil, la ropa sin ir más lejos, una historia que viene de lejos… y que se resume en que básicamente mi mujer detesta la manera en la que me conjunto porque ella domina toda una serie de reglas estéticas en las que yo me pierdo: no se pueden usar zapatos de vestir con vaqueros, no se pueden usar camisas de manga corta, bla, bla, bla… en defitiva, que en cuanto entró en mi vida y tuvo la suficiente confianza decidió tomar cartas en el asunto… y desde aquel momento todas las mañanas elige exáctamente toda la ropa que me tengo que poner ese día y también se ocupa de comprar por Internet toda la nueva ropa que voy necesitando según lo estima oportuno.

Antes de que os lancéis a criticarme debéis saber que en este aspecto mi mujer ejerce un control férreo, es como El Ojo de Sauron que todo lo ve… si, por ejemplo en el trabajo me mancho una camisa o el pantalón y voy a casa a cambiarme, por la tarde ella detecta el cambio, por muy sutil que sea. Consecuencia: ahora mismo no sé ni la ropa que tengo, ni la que no tengo, ni dónde la tengo… lo dicho, un auténtico inútil, y todavia a algunas personas les extraña que no me haga mi propia maleta… yo os juro que antes me la hacía yo -mi madre me enseñó junto con un montón de cosas más- la ropa interior en la parte de abajo, las camisas y las cosas que se arrugan en la parte de arriba, los zapatos envueltos en bolsas… yo sabía hacérmela, pero ya no… además ahora ya no tengo «mi maleta» tenemos una gran «maleta colectiva» donde va la ropa mía, la de mi mujer, la de los niños y la de la vecina si me apuras.

Mi inutilidad adquirida se extiende a otros muchos aspectos, por ejemplo ya soy incapaz de encontrar nada cuando lo pierdo, si no encuentro mi cartera, o las llaves… y mi mujer no me ayuda estoy perdido. A veces no encuentro cosas ni dentro del frigorífico, luego llega mi mujer mueve una cosa para un lado, otra para otro… y voilá, aparecen de la nada. Ella dice que mi fallo es que no muevo las cosas y yo lo intento, pero por alguna razón sólo ella mueve las cosas correctas.

Por supuesto todo el tema de vacaciones y demás ella es la que lo controla, si por mí fuera me acordaría de organizar las vacaciones de agosto en octubre… del mismo año, vamos con dos meses de retraso. Yo no sé cuando va a ser festivo, no entiendo el porqué la Semana Santa cada año cae una fecha, ni me manejo bien con todo eso de los viajes de avión, las conexiones, los hoteles, los coches de alquiler… un completo desastre, sin embargo ella se mueve como pez en el agua, lo domina a la perfección, al igual que un millón de cosas más (que necesitaría que ella me ayudara a recordar con exáctitud): vacunas de los niños, citas de los médicos, compromisos escolares…

Tengo que decir que en algunas cosas como la cocina he progresado enormemente (prueba de ello es el caldito de pollo que borbotea en la cocina mientras que escribo esta entrada)… y que hay otras áreas -pocas- sobre las que yo he tomado el control, como las finanzas familiares. Esta entrada no es la entonación de un mea culpa en la que confieso todas las cosas de casa que yo no hago y ella si… yo diría que en ese aspecto estamos relativamente equilibrados aunque siempre hay margen de mejora pero contamos con una mujer que nos ayuda con las tareas domésticas y más de una vez hemos tenido desencuentros precisamente porque a mi me gustaría que viniera más horas para que tuvieramos más tiempo libre y ella se niega en rotundo e insiste en que hay cosas que prefiere hacerlas ella misma.

Como digo, los tiros temáticos no van por ahí… esto es una sincera confesión de lo inutil que me he vuelto en muchos aspectos y lo mal que lo pasaría si mi mujer me diera puerta un día de estos. No os preocupéis que no me iba a morir, volvería a ir vestido conjuntado a un único color como hacía Botín, pero antes o después volvería a aprender todo lo que he olvidado, al fin y al cabo cuando voy completamente sólo en el coche no lo hago tan mal… eso sí, las pasaría putas durante una buena temporada.

Sin embargo mi mujer yo creo que no notaría tanto mi ausencia… sinceramente yo creo que ella me aporta más a mi que yo a ella, incluso en el plano emocional, a veces me contemplo a mi mismo esperando mi turno (después de los niños) para tener un rato para que charlemos, sin embargo escasas son las ocasiones en las que la veo a ella en esa misma situación.

Hablando sobre el tema el otro día con mi peluquera, que es toda una filosofa de la vida y la inspiración de muchas entradas de este blog, ella lo resume todo en que los hombres con el tiempo nos volvemos un poco pesados.  Siempre que suelta bombas atómicas de ese estilo, mi primera reacción es pensar que «eso serán otros hombres» pero luego me terminan llegando a la cabeza todas esas tardes en las que mi mujer anda de arriba para abajo por la casa, haciendo las cuatrocientas mil cosas de su lista y yo sólo quiero que se siente un rato en el sillón para estar conmigo…

… y que no me venga nadie con el dedo acusador a decirme «qué agusto se está en el sillón mientras tu mujer se mata a trabajar» porque esta entrada ya he dicho que no va de eso. En primer lugar porque si estoy en el sillón estaré viendo Frozen one more time -gran película por cierto- y conteniendo a mi hijo para que no salga en busca de su madre para pedirle pecho, vamos, que estoy en el sillón pero estoy colaborando en las tareas domésticas…. y en segundo lugar, porque si estoy en el sillón es porque es donde mi mujer quiere que esté en ese momento, mientras ella aprovecha «el respiro» para hacer las miles de cosas que tiene que hacer.

Esto va de cómo los hombres como nos descuidemos nos vamos convirtiendo poco a poco en armarios en medio del pasillo… y de cómo con la crisis de los cuarenta al parecer la cosa empeora porque llega la adicción al squash, al running o a la bici de montaña que nos vuelven más pesados y cargantes si cabe -mi peluquera dixit- (en mi caso supongo que lo que me vuelve extremadamente pesado es mi obsesión de unos años para acá con la alimentación sana).

Mi padre -que es muy sabio- lleva años dicíendome que el mejor regalo que le puedo hacer a mi mujer es dejarla tranquila, a su aire, asi que yo desde el origen de los tiempos todos los sábados, domingos y festivos salgo por la puerta a eso de las 9 de la mañana con el objetivo de no volver por casa hasta la hora de comer -por supuesto con los dos niños- malpensados, que os he visto afilando los cuchillos y una cosa es dejar a mi mujer tranquila y otra cosa muy distinta es dejarla tirada.

Pero cuando mis hijos ya sean mayores y no sea necesario sacarlos a pasear, supongo que deberé buscarme alguna que otra excusa para desaparecer de casa cuatro horas en festivos y dejarla tranquila… todo menos quedarse en el salón viendo la tele o leyendo el periódico mientras que ella revolotea por la casa haciendo mil cosas

¿Será eso sufienciente para no convertime en mueble IKEA?


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Comentarios

5 respuestas a «Mi mujer me ha convertido en un inútil»

  1. Vicky

    Hola! Me gusta mucho leer tus entradas, hasta ahora nunca comenté nada. Pero hoy me hiciste reir y a la vez buscar alguna comparacion cercana. Y me pregunto si realmente tu mujer te ha convertido en un inutil o es algo así como cuestion de comodidad el que te vaya dictando que hacer, cuando salir, como vestirte…
    Un saludo y me quedo esperando tu proxima entrada.

    1. Hola Vicky, me alegro que te hayas reido porque la entrada está basada en la realidad pero escrita en clave de humor (aunque algunos no lo hayan entendido).

      Resulta un poco frustrante el que yo me elija la ropa que me pongo y a mi mujer siempre le parezca que lo he hecho mal (probablemente con razón) asi que para mi es más facil dejar que ella tome esa decisión y asi no me puede decir que lo he hecho mal… no es la solución ideal porque a la larga me vuelvo un inutil que ya no sabe ni donde está su ropa.

      Creo que lo ideal seria que yo hiciera un curso (o similar) para saber como arreglarme y tomara el control de mi vestimenta… con conocimientos suficientes para argumentar a mi mujer si discrepa de mis decisiones. No descarto hacerlo algún día, pero ahora estoy muy liado y no es una de mis prioridades.

  2. Mª José

    Bueno, al menos controlas la alimentación que no es poco, espero que no te rindas y sigas progresando.

  3. Lidia

    Fernando!

    Como siempre genial!

    La Semana Santa varía, pq el jueves santo debe ser luna llena. Se quiere conmemorar la muerte de Jesús el mismo día q lo relatan los evangelios. Siguiendo el calendario lunar.

    Es lo q tiene haber estudiado en colegio religioso.

    1. muchas gracias Lidia

      pd – me has sorprendido con tu cultura religiosa 🙂