La belleza

Un día estuve locamente enamorado de una chica de la que probablemente siga enamorado en otro universo paralelo donde tal vez incluso estemos casados y tengamos hijos. En este otro universo ya no lo estoy… pero ese no es el tema de esta entrada.

La historia es que un día estábamos en el cine, en ese momento previo a la película en el que todavía ni siquiera han apagado las luces  y en eso que entró un chico supongo que bastante guapo y ella se le quedó mirando de manera exagerada. Uno de esos (muchos) gestos de mal gusto que a mi me sacaban de mis casillas y me hacían sentir como esas novias celosas de las memes de interné.

Pero esta chica me explicaba que ella admiraba la belleza como algo no posesivo ni carnal, como el que mira un cuadro bonito y es capaz de disfrutarlo sin un deseo irrefrenable de llevárselo al salón de su casa.

No había por tanto razón alguna para sentirse celoso.

Yo por aquel entonces no debía encontrarme en un plano tan elevado de entendimiento y sus palabras lo único que hacían era exasperarme aun más; por esas y otras muchas cosas lo nuestro nunca terminó en nada y llegado un punto simplemente estar cerca el uno del otro nos hacía daño.

Pero con el paso de los años, tal vez según se han ido apaciguando mis hormonas o simplemente como consecuencia de la madurez inevitable que llega junto con la edad y la presbicia aquellas palabras que ella me decía han ido cobrando sentido.

Ahora me gustan las mujeres tanto o más que hace diez o veinte años, pero de otra manera: soy capaz de apreciar la belleza interior y la fuerza de una mujer con carácter, segura de si misma… así como la belleza exterior que acompaña tanto la lozana juventud como la atractiva madurez.

Pero es una atracción a otro nivel, intensa pero más allá de lo carnal, de la posesión, del deseo, de la exclusividad… cuando pienso en ello por alguna razón sólo me viene a la cabeza la canción de Aute que lleva por título esta entrada.

Mi padre suele resumir todo esto con una de sus míticas frases: «si, si… las mujeres están muy bien, pero de lejos… de lejos«.

Tal vez sea sólo eso.


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