
Tell me something, boy
Shallow
Aren’t you tired tryin’ to fill that void?
Llega el verano, el descanso vacacional y la vida se te echa encima como una apisonadora que te ha estado esperando al ralentí todos estos meses a que pusieras un pie en la playa. La ausencia de distracciones te aboca a una reflexión ineludible sobre tu vida, sobre donde estás y a donde quieres ir.
¿Hasta que punto algo tan esporádico que apenas dura un par de semanas debería condicionar tu resto del año? La vida real tal vez sea lo otro, lo que haces meses y meses, la rutina, ir al trabajo, llevar a los niños al cole, el día a día… la vacaciones son sólo un «sueño pasajero» que mucha gente ni siquiera tiene, un first-world-problem en toda regla.
Tal vez deberíamos vivirlas embriagados, acallar como sea esa vocecita que te susurra al oido: algo no va bien. No dejar que hable, ni que se explique… pero es obstinada y no te deja dormir.
Y te pondrías a trabajar, ¡maldita sea si eres autónomo!… puedes trabajar a cualquier hora desde cualquier parte del mundo. ¿Por qué no empezar a adelantar el trabajo que te espera a la vuelta?
Pero el vacío te atrapa, como un agujero negro que quiere devorarlo todo.
Como El Verbo se hizo carne… sabes que si levantas la guardia tus pensamientos se convertirán en palabras y antes de que te des cuenta ya estarás abriendo esa bocaza que sólo tendrías que haber mantenido cerrada un par de semanas más.
Repite conmigo: yo estoy al mando y esto es sólo un espejismo, mi vida real está a kilómetros de aquí, ésta ni siquiera es mi casa, ni mi cama… Déjalo pasar macho ¡si este año hasta tienes Internet!
Y así hizo, lo dejó pasar.