Una reflexión light sobre peluquerías y mujeres desnudas

Cada vez que mando una entrada de estas profundas como ¿Quién te crees que eres? o Ram Dass, ¿cómo nos podemos querer más a nosotros mismos? pierdo unos cuantos suscriptores, empecé con más de 500 y ahora me quedan 484… por lo que el objetivo de la entrada de hoy es simplemente escribir sin perder ninguno más.

Peluqueros de todo el mundo os voy a dar unos trucos de marketing: no le digáis a ningún cliente que está perdiendo pelo o que tiene muchas canas, es una mala estrategia comercial.

En general comenzar una interacción con fines comerciales indicándole sus defectos al cliente no es buena idea. La gente va a la peluquería a relajarse y sobre todo a salir de ahí sintiéndose más guapo que cuando entró.

Si la chica que te lava el pelo es la esteticien que al tiempo que te masajea el cuero cabelludo te dice que tienes puntos negros en la cara y que deberías hacerte una limpieza de cutis –qué curiosamente es a lo que ella se dedica–… pues estás rompiendo un momento SACROSANTO de la peluquería.

Seguro que recordaréis lo que Jesús hizo con los mercaderes del Templo… los tuvo que expulsar a zurriagazos:

Si cuando te sientas a cortarte el pelo a mitad de la operación te empiezan a inspeccionar la coronilla con caras extrañas y comienzan a darte una teórica sobre un mierdi-producto alemán con células madre vegetales que refuerza el pelo… pues más de lo mismo.

Peluqueros de todo el mundo amar a vuestro clientes y aprender a ver la belleza que se esconde en cada uno. A corto plazo tal vez venderéis menos… a medio y largo mucho más.

Hablando de belleza pero cambiando un poco de tercio, el otro día me mandaron un WhatsApp que decía «Por fin se demuestra la relación del Covid con la vacuna de la gripe«… pero al abrirlo era una colección de 29 páginas de mujeres en bolas, de esas impresionantes de Playboy.

El caso es que yo revisé con interés las 29 páginas… buscando a ver si encontraba intercalado el esquivo informe sobre el Covid… pero nunca lo encontré. Y tengo que confesar que cerré el WhatsApp y al rato lo volví a abrir para revisar otra vez las fotos… y mientras lo hacía pensaba que la verdad es que no había mucha diferencia entre todas esas mujeres de bandera y mi mujer. En parte porque mi mujer siempre ha estado como un queso y en parte porque todas las mujeres son bellas por naturaleza, más aun cuando se muestra como Dios las trajo al mundo.

Lo cual me hizo pensar en esa escena de la pizza de Julia Roberts en la película «Comer, rezar, amar», en la que se está zampando una pizza y su amiga no quiere seguir comiendo porque ha engordado un par de kilos… no te la voy a contar porque para eso te he puesto en enlace: ¡mírala si quieres querido lector!

El caso es que es verdad, normalmente si alguien observa tu cuerpo con ojos especialmente críticos probablemente es problema suyo mental y no tuyo. Ya hemos aquí de cómo ha evolucionado mi pensamiento sobre los problemas de peso, así que no insistiremos mucho más.

Tengo que volver a ver esa película, seguro que ahora la entendería mucho mejor. En cualquier caso, a los que seguís ahí gracias por leerme y nos vemos en otra ocasión.


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