Sobre mi

Desde siempre me he sentido fascinado por los ordenadores, de pequeño tuve la suerte de que me compraran uno de esos míticos Spectrum 48k con teclas de goma, que vendí por 5.000 pesetas a mi amigo Álvaro Richarte (que todavía lo conserva) y sustituí por otro Spectum de 128k con el lector de cintas incorporado, luego llegaron los PC con los famosos Amstrad con MSDOS y disco duro de 20 Mb… y otros muchos equipos, incluso tuvimos un portátil Toshiba cuando eso era «el no va más«.

Yo principalmente los usaba para jugar, pero mis padres se esforzaron en que aprendiera informática y me apuntaban a academias durante el curso escolar e incluso un verano me llevaron a un campamento informático con mi hermana llamado Compu-camp donde yo era el alumno más pequeño y todos me llamaban «el pichurri«.

La memoria es un poco traicionera y las fechas me patinan un poco pero recuerdo que en el Instituto ya en Madrid daba cursos los fines de semana de ofimática, editores de texto, hojas de cálculo, bases de datos. Aprendíamos Lotus… hasta que Microsoft comenzó a arrasar con su paquete Office, después hice varios cursos sobre Windows, Windows NT, programación en Visual Basic… incluso hice uno de Autocad para aprender a hacer planos.

Tengo la sensación de que al carro de Internet me subí un poco tarde… recuerdo que mi hermana había viajado a Austria y fue ella (y no yo) la que se empeñó en que necesitaba tener un módem para poder mandar e-mails. Entre penumbras recuerdo InfoVía (del año 95 al 98), también me veo a mi mismo conectándome con un módem de esos ruidosos, bajándome por primera vez una foto de Bruce Lee bastante pixelada que luego imprimí y enseñé con orgullo a toda mi familia.

He de confesar que pese a mi perfil geek, no terminaba de entender cómo funcionaba Internet ¿cómo se hacía para que la gente pudiera acceder a esas cosas que hacías en tu ordenador? Por suerte la empresa familiar que mis padres fundaron en el año 1994 -una agencia inmobiliaria- estaba plagada de ordenadores HP y mi padre –todo un visionario para esa época– estaba empeñado en que todo debía estar informatizado y que los clientes debían poder venir a la oficina y ver fotografías de los pisos en la pantalla del ordenador, para que diéramos una imagen de modernidad y sobre todo para evitarnos visitas inútiles a los pisos.

Fue entonces cuando contratamos una página web a Andrés Ceballos dentro de su portal inmobiliario que se llamaba Casaweb. Él nos explicaba que su portal tenía muchísimas visitas y que había recibido varias ofertas de compra, una de sus principales fuentes de tráfico procedía del prestigioso directorio de empresas Yahoo en EE.UU.

Cuando llegó el momento de tener nuestra propia web, en nuestro propio dominio, por supuesto contratamos el trabajo al Sr. Ceballos, si bien mi padre (muy cuco él) le dijo a Andrés que tenía que enseñarme a mi a subir las propiedades a la web. Así es como yo finalmente conseguí enlazar las piezas de aquel puzzle que me permitió entender como funcionaba Internet. Por fin comprendí que las webs se hacían en tu ordenador, pero que para que fueran visibles por el mundo después tenías que conectarte a la red y subirlas a traves de algo llamado FTP a un servidor que estaba conectando las 24 horas a Internet. Así es como conseguías que la gente accediera a cualquier hora a tu contenido sin tener que estar tú conectado constantemente a Internet.

Fue como echar gasolina a un pequeña cerilla.

A los pocos meses yo ya estaba programando mis propias webs y estaba centrado en mi siguiente reto: ¿cómo se podía conectar una base de datos a una web para no tener que hacer las fichas de los pisos a mano? A todo el mundo que le preguntaba lo único que me decía es que: eso es muy caro.

Con el objetivo de aprender esos y otros misterios me apunté a un Master de Programación en Capgemini que me pagó la empresa y que estuvo muy entretenido… si bien he de decir que lo que a mi realmente me interesaba lo terminé aprendiendo brujuleando en Internet durante las clases en una página mítica llamada WebMonkey.

Ya era capaz de volcar todas las propiedades de la empresa en Internet automáticamente desde Access con sólo darle a una tecla… era mágico.

Pero la influencia de WebMonkey en mi fue más allá, aprendía tanto en esa web con cada uno de esos artículos y sus sabios escritores me parecían tan sumamente cool. Yo quería hacer eso también, quería compartir mis hallazgos en Internet, así que me decidí a crear mi propio portal en el dominio ArturoSoria.com… y convencí a varios amigos y conocidos para que me enviaran sus artículos sobre los temas más variopintos (cine, medicina, física, arquitectura, psicología…) para que yo se los publicara. Era el año 2000 y durante los cinco años siguientes publicamos un montón de artículos de una treintena de autores, mientras que yo seguía mejorando la web con las últimas novedades que aprendía en WebMonkey.

En Junio de 2005 decidí subirme al tren de la blogosfera, registrando un dominio con mi propio nombre (como el mítico Enrique Dans) y creando mi blog personal en Blogger. Pero con el tiempo Blogger se me quedó un poco corto en funcionalidades, acostumbrado a gestionar mi propia web y hacer todo lo que me pasaba por la mente, me decidí a programar un CMS propio al que llamé ultraGuia.

Mi blog se convirtió en el lugar donde experimentaba cosas nuevas y al mismo tiempo me sirvió para conectar con otra gente a la que también le gustaba compartir sus opiniones y conocimientos en Internet.

ArturoSoria.com lo fui abandonando y empecé a trabajar en un proyecto algo más ambicioso bajo el dominio TopMadrid.com ya con miles de visitas diarias, dos o tres escritores en nómina escribiendo sobre negocios en Madrid y unos ingresos en publicidad gracias a Google Adsense muy prometedores.

Con el tiempo el concepto de TopMadrid también se me quedaba corto y terminé ampliándolo con el lanzamiento de DolceCity.com para poder escribir sobre varias ciudades bajo el mismo dominio. Llegamos a ser más de una veintena de escritores en nómina escribiendo desde Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Bilbao… las visitas pasaron de miles a decenas de miles al día. No ganábamos dinero, pero los ingresos daban para pagar a todos los escritores y para seguir creciendo en todos los aspectos… hasta que dejamos de hacerlo.

Lo que veníamos haciendo durante todos estos años y en lo que nos habíamos perfeccionado dejó de ser eficaz. Ya no bastaba con publicar un artículo sobre un negocio y esperar a que las visitas llegaran junto con los ingresos por publicidad. Y para ser sinceros yo por aquel entonces estaba centrado en algo que me interesaba mucho más que las páginas webs: el diseño de aplicaciones para empresas, que es a lo que actualmente me dedico. Hoy DolceCity sigue on-line pero es un proyecto aparcado.

En la actualidad mi principal obsesión es mi empresa ENZO.

Durante todo ese tiempo mi blog personal ha sido mi fiel compañero, testigo de todos mis quebraderos de cabeza e innumerables evoluciones personales.

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